Resumen

Esta investigación examina el desarrollo de la competencia comunicativa-narrativa infantil a partir del análisis de la distribución de la complicación y de los recursos de intensificación usados en esta parte de la narración para marcar el high point en relatos de accidentes de experiencia personal de niños en etapa escolar (5, 9, 11 años) y adultos de ambos sexos. Para ello, se emplea un corpus de 80 narrativas de niños y niñas de 5, 9 y 11 años y adultos jóvenes universitarios. El estudio se apoya, principalmente, en autores como Labov (1972), Peterson y McCabe (1983), Berman y Slobin (1994), Shiro (2007) y Barriga (2002), quienes plantean la complicación como parte fundamental de la estructura narrativa. Además, toma como referencia autores como Briz (1991) y Albeida (2005), quienes centran su interés en la intensificación como estrategia pragmática, a través de diversos recursos fonéticos, morfémicos, sintácticos, semánticos y léxicos, que emplea el discurso para intensificar. Así mismo se complementa con autores de la Teoría de la valoración, específicamente, aquellos que trabajan el subsistema de gradación: fuerza (White, 2000). El método análisis es mixto, cualitativo y cuantitativo. Es así como se ayudó de pruebas no paramétricas y estadística descriptiva que posibilitó determinar las diferencias significativas entre los grupos del estudio. A partir de la interpretación de datos se concluye que, con la edad, los niños producen complicaciones de relatos orales más elaborados, es decir, dan lugar a complicaciones distribuidas a lo largo de la estructura narrativa y con intercalamiento compuesto, construcciones de complicación con intervención de otro tipo de cláusulas narrativas. Esto es interesante porque devela el grado de complejidad narrativa que emplean los niños como parte del desarrollo de la competencia comunicativa. En cuanto a los recursos de intensificación, se concluye que los atribuidos al nivel léxico son los que operan de manera significativa para lograr el punto cúlmine de la historia y, así, evitar lo que Labov (1972) denomina el posible so what? El empleo de estos recursos permite mantener la tensión, reforzar la imagen discursiva y dotar a la narrativa de reportabilidad, credibilidad, vividez e involucramiento (Betancourt, 2011 y Betancourt y Montes, 2013) a través del manejo discursivo que los participantes emplean al proponer la complicación de su accidente.